miércoles, 24 de agosto de 2016

Réquiem de aniversario

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Para mi toxo

Desnudos en lágrimas
bostezan a gritos los ecos de tu mirada.
Tranquila, las sombras blancas del círculo
pronto amputarán sus manos al olvido.
Dormirán
                        y apagadas mancharán
la sangre gris de tus pisadas.

Las pepitas de ángeles
invisible tatuaje, bajo tu piel brotarán llamas.
Y un rumor invisible de colmillos anidará en tu corazón,
mientras el nenúfar metálico te muerde el cuello.
La entrega
                        se somete al rosario de las cigarras.
Entonces la albada marchita amanece podrida.

Porque la inocencia es un arma
los filos de sus balas han ahorcado a tus pulmones.
Las ilusiones se erectan llenas penumbrosa calidez
envenenando al suicidio y la verdad.
La mariposa de ceniza
                                   en la sábana del agua
es cometa de melancolía con estela enfangada.

Silente tortura
tus labios de papel no esconden su pavor.
Mientras bermellones azucaradas y perfectas
tus estrellas rojas excitan al involuntario infiel.
La cotidianidad
                        usura de la vida, metal de sangre,
se ha bebido la arena del reloj.

Entre la polvareda de espinas
tu carne emerge depredadora y víctima.
Y es planta carnívora que caza ángeles
moscas y remolinos de amnesia efervescentes.
Así te afila más
                        la náusea de la memoria.
Entonces te hiere la caricia de la felicidad.

Incluso desnudada.
Sin las sedas del deseo y con la lujuria ciega
palparía desde la lejanía tu laberinto de luces
donde alambicada anida la esperanza mártir.
Si haces de tu alma un ataúd
                                               tu cuerpo
brotará de él una barca. Y ya no podrás ahogarte.

Suficiencia estática
en el eclipse de un grano de arena y la espuma.
La arboleda de humo, frágil como el remordimiento.
Entonces el crujido de la vela apagándose y el abuso espeso.
El alma nunca debió sangrar
                                               para pintar su sonrisa.
La angustia come tuétanos de marfil

y el cigarrillo
desnuda las cerillas en el éxtasis de la llama.
Hay un reloj de agua oxidado, la madera se lo come.
Oculto el pálpito de tu esencia redime el castigo.
Besas la injusticia
                                   saltas al abismo
y de su profundidad tejes tus alas, mi dulce cometa.

24 de agosto de 2016

Eduard Ariza

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